Sol negro



Hay demonios que ensordecen agitando la lengua, 
se palpan con la intención y el deseo malsano de herir, 
de gemir apenas apretando los dientes.

Ocurren en la inmensidad del espejo, en la mirada cargada de aleteos imposibles.

Imperceptibles apenas se sienten como puntos de fuga, 
con toda la propiedad de soles grotescos, burlones sí; 
pero soles hermosos conscientes de su belleza descarnada.

Están ahí, abriéndose en lo profundo de algo
que brota índigo entre la voz y las manos.

Se invocan en la penumbra con las piernas aladas,
y el vientre disfrazado de anémona,
ofreciendo la herida roja y palpitante;
aguardando sedientos, 
hasta desvanecerse
en un breve quejido hundido al final del grito.

Están ahí, soñándote, soñándome;
preguntando sin saber qué pasa, dudando entre
la piedra, la sombra,
el ave, el viento, 
tú o un pedazo de vida desmemoriada.

Están ahí, afuera.

Y yo aquí, respirando un monstruo lleno de sangre y etcéteras. 




1 comentarios:

Interesante escrito. Gracias por invitarme a tu blog.

 

Publicar un comentario

Escríbeme tus gotas de lluvia.