Amanecía



Amanecía despacio
con la luz filtrándose en las ventanas
al final de la cama se encontraba
Ella,
escribiendo sin prisas.


Y es que de tanto escribirle
sus ojos ya no se encontraban
se veía en los espejos,
con la mirada vacía
esperando los sueños que jamás soñó.


Intentando morder pedazos de vida,
contaba los días sedientos
y caminaba...
imaginándose en la orilla de sus playas.


Era Ella ave de presa.


Así,
vivía existiendo, doliendo,
destiñéndose de los quizás
que adivinaba detrás del horizonte.


Y de las miradas que algún día llegarían.


Con la luz del nuevo día,
vuelve a escribirse a lápiz
un día a la vez,
pintándose de claroscuros
y de besos de viento.


Sí, todavía espera.




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