El otro espejo





Tenía abierta la puerta por donde escaparían todos sus
demonios.


Ellos no la recordaban más
huían a vivir a otro espejo.


Vivían en su piel las lunas desveladas
y en su mirada brillaba
la nostalgia y la belleza de sus palabras
era agonía.


Y sus letras palpitaban escondidas sobre sus páginas
azules, donde no gemían más.


Existía doliendo.


Sus manos de humo acariciaban la oscuridad que la
envolvía,
latían vacías las horas para siempre.


Era su noche como un espejo quebrado
con sólo algunos pedazos
vivos para dejar cicatrices.


Su cabellera domesticada
acariciaba densamente el cielo
y en su boca florecía el tiempo
bebiéndose su propia miseria.




En el color azul profundo del abismo
existía y era en el cristal empañado
existía y era con la mirada de cielo negro
bordeado de sombras.


Existía, ella.



1 comentarios:

Existes, aquí.

 

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